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Volver la mirada

La vida es un continuo ir y venir de vuelta. Volver a lo importante. Volver a los nuestros. Ir para volver. No siempre nos damos cuenta de en qué punto estamos, pero lo que sí sabemos es que hoy tenemos la oportunidad de VOLVER con mayúsculas. Si estás en casa, junto a los tuyos, junto a tu familia, simplemente: vuelve.

Vuelve a abrazar. Volver sin prisas. Sin hora, sin agobios. Sin maquillaje. No tener miedo de “perder el tiempo”. Algún día puede que te arrepientas de esos abrazos no vividos, de esos besos que no diste. Vuelve la mirada. A saborear ese café alrededor de la mesa. Con las personas que quieres. Sin mirar el reloj. Escuchar con cariño las batallas de cada uno. Ese trabajo por hacer. Ese proyecto. Vuelve al tacto. Abrazar a los tuyos. Mirar a los ojos. Sentados en el sofá sin otra cosa que hacer. Sin miedo a “perder el tiempo”. A dar la mano, a más gestos de cariño. Vuelve a sentir. Sentirse familia. A hacer familia. A construir cada día con el granito de arena de cada uno. Sentir que, juntos, estamos sacando adelante algo grande. Con un vaso en la mesa, doblando un calcetín. Vuelve a escuchar. Escribe, llama, habla con esa persona que tanto quieres, pero que por circunstancias de la vida, hace mucho que no ves. Y, especialmente, esa a quien tienes a tu lado. Vuelve al olfato. A cocinar sin prisas. A fuego lento. Bien lento y con horas por delante. Hacer bizcochos, postres caseros, saborear especias, verduras, fruta. Hacer calor de hogar, sabiendo que esta situación puede que jamás la volvamos a vivir. Vuelve a jugar. A tirarte en una alfombra, en el suelo, y jugar con tus hijos. A dejarte llevar por el juego. De su mano. A perder la vergüenza y “hacer el tonto” con ellos. Vuelve a bailar. No tengas miedo de quitarte los zapatos. Poner la música a tope y dejarte llevar. Vuelve a cantar. Pocas cosas llenan el alma como cantar. Da igual si lo haces bien o mal. El caso es cantar. Vuelve a rezar. Unidos en familia. Los hijos tendrán el ejemplo de sus padres y un recuerdo que nunca olvidarán. Sabrán cimentar su vida, y recuerda que la oración de un niño vale por mil. Vuelve a leer. Deja la pantalla. Puedes viajar sin moverte de casa. Serás su ejemplo y ellos, también lo harán. Vuelve a sonreír. Al levantarnos cada día. Vuelve a dar gracias. Por lo afortunados que somos. Por todo lo que tenemos, y sobre todo, por nuestra familia y las personas con las que vivimos a diario.

Vuelve a confiar. Saldrá el sol.

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